Las principales formas de solucionar un conflicto son:
Cuando ocurre un conflicto, un problema, el primer paso es analizar lo que ha ocurrido. Hacer preguntas que nos ayuden a llegar a la raíz del problema: ¿Qué fue lo que ocurrió? Esto nos permite saber más acerca del contexto del problema. ¿Cuáles fueron los motivos? En este punto sabemos si se trató de un malentendido y hasta podemos entender la actuación del otro desde la empatía.
En este sentido hay que cuestionar que siente cada uno y que piensan. El poder comunicar las emociones y los pensamientos ayuda a mejorar la comunicación y es clave para solucionar cualquier conflicto. Hablar sobre el estado de ánimo, el odio, tristeza, frustración, todo ello hay que comunicarlo.
El tercer paso en este punto es definir un objetivo. Pensar en qué estamos buscando, llegar a una conciliación, olvidar lo que pasó, perdonar u otros objetivos.
Es normal que nuestra mente no de muchas salidas ante un conflicto, que haya confusión y no esté claro cuál es el camino. Hay que recordar que las decisiones que se toman aceleradas pueden resultar equivocadas. Respirar hondo, caminar, darse tiempo y buscar calma es prudente para llegar a las soluciones. Todos los problemas tienen solución, y este que se está viviendo no es la excepción.
Es importante empezar pensando en una solución, la más rápida o la más sencilla. Luego, analizar la forma de resolver el conflicto de una forma más consciente, donde las dos partes salgan ganando. Después se establece una tercera forma de solucionar ese conflicto, un plan C que les permita llegar a un consenso en caso de que la contraparte no esté de acuerdo ni con la primera, ni con la segunda solución.
Pensar en las soluciones es una clara señal de que la persona ya no quiere seguir en el conflicto, sino que quiere solucionarlo. No es fácil, pero genera muy buenos resultados.
en el paso número dos se establecen las posibles salidas al conflicto. En esta nueva etapa lo que se hace es analizar la respuesta de la contraparte ante cada situación: ¿Qué pasaría si optáramos por la solución A, B o C? Hay que imaginarse en la escena, ¿Qué sucedería?
Especular en las consecuencias es la mejor forma de prevención que existe. Cuando se toma el tiempo para analizar los pros, los contras y la repercusión de una acción en el futuro, se puede evitar un nuevo conflicto. Las soluciones que se han planteado con anterioridad quizá podían generar repercusiones negativas; por eso es justo analizar y desde este punto plantear nuevas alternativas o elegir una de las que ya se habían trazado.
Si es difícil elegir soluciones o pensar en las consecuencias de esos actos, es válida una mano amiga. Aceptar la ayuda de los demás le brinda un nuevo panorama al conflicto.
Hay un sabio dicho que afirma que los problemas son oportunidades disfrazadas. De esta forma lo que se quiere expresar es que las situaciones difíciles son muy útiles para el desarrollo de las personas. Los grandes cambios en la vida son gestados por situaciones difíciles, por conflictos, por problemas.
Al igual que en estos casos mencionados, ese conflicto que se ha vivido permitirá que avancemos en el proceso de la vida. Para saberlo pueden plantearse preguntas como: “¿Qué aprendí de esta situación que viví? ¿Cuál es la lección que la vida me ha ofrecido?”
En ocasiones la mente se cierra a los errores que comete y no se permite ver el horizonte desde el cual aparece una lección. Otra opción para cambiar de paradigma es dejar de pensar en el ¿Por qué? Y vislumbrar el ¿Para qué?
¡De seguro se hallará una sabia respuesta!